viernes, 15 de febrero de 2008

Cosas vividas por otros

Información Variada
sábado 26 de enero de 2008
Otro de tantos comienzos
Aquí comienza mi blog.En esta página en blanco intentaré publicar pensamientos, impresiones y vivencias, más o menos coherentes, de una manera periódica (aunque no prometo nada). Hace tiempo que quería un espacio así, donde plasmar muchas de las cosas que me pasan por la cabeza, que de otro modo quedan en el olvido y mueren. Y eso no está bien.Pues nada más que decir. Un comienzo bastante escueto, la verdad, pero espero que con el paso del tiempo coja más confianza con esto y no me dé tanta vergüenza como hoy mirarle directamente a los ojos, que en este caso, es una pantalla.Ojalá le guste al personal, y si no, que se vaya a la Wikipedia, que seguro que dice cosas más interesantes que yo. O no.
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El caminante sobre el mar de nubes

En esta, mi verdadera primera ocasión al frente de lo que espero sea un conjunto de frases interesantes, comenzaré hablando de arte.Concretamente, la pintura que encabeza estas líneas es un cuadro al óleo (sería en su tiempo, ahora es una jpg. de esas) llamado "El caminante sobre el mar de nubes", del alemán Caspar David Friedrich (Federico, vamos).Es uno de los máximos exponentes del romanticismo en cuanto a lo que a pintura se refiere. Simboliza la soledad y, porqué no, la melancolía. El "caminante" observa desde la cima de la montaña un mar difuso en el que no hay nada claro, ni siquiera los demás picos que aparecen en el horizonte.La presencia en la montaña sólida representa la vida terrenal, la física, la de toda la vida, vamos. Las nubes, por el contrario, puede considerarse la vida eterna que se ha de poder alcanzar.El romanticismo, esa corriente del siglo XIX al que pertenece este señor tan de negro, es uno de los movimientos, ya sea literario, ya sea artístico, que más me gusta, aunque ya se hablará de eso más adelante. Todo a su tiempo.Sin más, espero que estás líneas hayan servido de algo. Aunque para eso está Historia del Arte y no mi opinión, que además soy de ciencias y no tengo idea del tema
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La primera tarde filosófica
En una de esas largas tardes de sábado, con sabor a tarde de domingo, encontrábame yo en casa. A intervalos miraba por la ventana y comentaba con un buen amigo (al que le gusta describirse como "una persona más sensible que un dramaturgo en pleno otoño en un parque", textualmente dicho) esas reflexiones en las que se resume la vida misma, y que al mismo tiempo no son más que nada. A menudo solíamos, por aquel entonces, meditar sobre estos temas tan dispares, pero nunca sin una cerveza en la mano con la que conseguíamos agudizar nuestros sentidos y pensamientos más allá de lo que ninguna otra creación divina conseguía. Pero esa tarde, que comenzaba a tornarse en noche estrellada sin estrellas en el cielo de Madrid, sin zumo de cebada de por medio, encontrábamos respuestas a nuestros anhelos. Y quizá eso fue lo que más me impresionó: ¿cabía la posibilidad, acaso, de que no dependieramos del alcohol en bajas cantidades para decir cosas coherentes y de cierta trascendencia filosófica? Sinceramente, lo dudo, pues a lo más que llegamos aquella tarde fue a esta bonita poesía, que bien querrían haber compuesto Machado, Hernández o Lorca, aunque de haberlo hecho, habrían tirado por la borda toda su carrera literaria:"Si en tu día no encuentras alicientey seguro que podría ser mejor,pues ya sabes un buen libro y a leer

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El otoño duró lo que tarda en llegar el invierno

Que lejanas parecen ahora, durante este frío mes de enero, aquellas tardes soleadas de verano. Y no es que no me guste el invierno, que también tiene sus cosas buenas. Pero qué de menos se echan por estas fechas los largos días en que el sol le gana a la partida a la luna, y la destierra al país en que solo puede salir de su escondite unas pocas horas cada noche . Atrás irán quedando, dentro de no mucho, estos días anochecidos y estas noches infinitas y adormiladas que siempre se quedán dormidas y tardan tanto en irse.Y espero que así sea, porque cuán largo, frío y solitario está siendo este otoño, este invierno .
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viernes 25 de enero de 2008
Cualquier tiempo pasado fue mejor
Aquella noche comencé a ver una película que tardé poco en dejar. La dejé porque ya la había visto, hacía bastante tiempo. Y aquello me hizo pensar.Como si de un puente se tratara, aquellos pocos minutos frente al televisor, viendo las mismas imágenes que buen tiempo atrás ya viera, me hicieron pensar en aquella época en la que por lo menos, a ratos, era feliz. Volví a una tarde de finales de invierno, hará algunos años ya, donde, recostada en el sofá del comedor, veía esa película por primera vez. Y recuerdo que mis preocupaciones, sentimientos y demás estados emocionales, no abarcaban nada más allá de la película. ¡Qué tiempos aquellos!Aquella noche, por el contrario, todo había cambiado. Yo ya no me reconocía a mí misma en mi sofá, en mi habitación. ¿Tanto había cambiado? Si lo hice, por seguro puede tener el personal que no fue a propósito, pues concienzudamente se ha empeñado el paso del tiempo en mostrarme que aquel cambio fue, irremediablemente, a peor. Y no os podéis imaginar cuánto.Quizá por aquel entonces, esta pobrecita habladora no era tan habladora. Ni tan pobrecita.
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De lo caminado y lo desandado

No hace mucho llegaron a mis manos unas líneas de autor anónimo. Hace llamarse "dramaturgo", y razón no le falta. Y si no, juzguen vuesas mercedes:"Tristes tardes en mi habitación acechan cuando los últimos reyos de Sol se esconde detrás de los edificios más alargados. Cae la noche y sólo encuentro refugio en el lugar donde los niños inventan historias fantásticas y mitológicas, allí donde viajar no cuesta un mísero euro, allí donde sólo por un instante me encuentro conmigo mismo y puedo ser feliz. Cae la noche y ya no amanece en París, cae la noche y las brumas se apoderan de mí. Mi camino ya no me lleva hacia ti, ahora sólo quiero desandar lo andado.
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Planes de futuro

Desde hace tiempo viene martilleándome en la cabeza el tema que en breve nos va a ocupar. Y es que, con el paso de los años, han ido ampliándose mis horizontes en cuanto a lo que al futuro se refiere. No pocas veces he pensado durante largas y tediosas horas lo que quiero que de mí sea pasados unos años. Y no me atrevía a abordar el tema en ámbitos mayores que lo puramente mental, pero habiendo, hace poco, comentado estos aspectos con un buen amigo, al que se han hecho ya no pocas alusiones a lo largo de estas reflexiones, decidí dar el salto y compartir estas pretensiones con vuesas mercedes.Cuando pienso en el futuro, me gusta imaginar que destacaré por méritos propios en algún ámbito de la cultura, que, al fin y al cabo, es una de las pocas cosas que dan sentido a la vida, aunque ya se hablará de esto en otra ocasión. No querría que, pasados ya los años, fuera una persona más de entre los miles de millones que pueblan el mundo, sino pretendo ser “alguien”, “alguien” más allá de ser alguien más.Comentaba yo estos argumentos con el antes citado, y noté que eran corroborados por las intenciones que para consigo tenía mi buen amigo. Y es que considero que, amén de la constante búsqueda de la felicidad que el ser humano lleva consigo, es este un tema que ocupa largas meditaciones de un gran número de mentes.Porque, al fin y al cabo, cuando la pálida dama nos visite, pasados (esperemos) ya gran cantidad de años, lo pasado, pasado estará y nada importará ya. Pero uno se va más a gusto a ese otro mundo del que hablan los cristianos, sabiendo que detrás suya deja un legado con el que generaciones venideras se sentirán asombrados, admirarán y volverán atrás al paso de los años, mientras que, leyendo unos versos, mirando unas pinceladas, u oyendo unas semifusas rememorarán sus autores y los harán sentirse tan vivos, que no parecerá que hayan muerto.Qué oscuro, incierto y nublado se presenta el futuro. Qué desesperación de no saber qué va a pasar. Y qué pobrecita, me siento hoy, más que nunca, por no haber conseguido ser nada ya.
entrada de maria angeles a las 23:39 0 comentarios
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